La morfología de la Vendée Globe ha cambiado radicalmente en estas últimas 72 horas y se ha pasado de una situación que incluía un grupo de cabeza seguido por un trío de cazadores (entre los que se encuentra el Mirabaud de Dominique Wavre) a un grupo más compacto, compuesto por ocho veleros luchando por los puestos de cabeza.
“La situación meteorológica de estos últimos días ha sido extremadamente compleja. Es esto lo que me encanta de la Vendée Globe. La regata es apasionante y muy rica desde un punto de vista estratégico”, precisa Dominique.
Dominique se encuentra ahora a menos de una jornada de navegación del líder y se beneficia de una ralentización en la cabeza de la regata, generada por el paso de un dorsal anticiclónico y de condiciones particularmente favorables en la zona en que ha decidido posicionarse, al oeste de la flota.
Esta situación es ahora parte del pasado y los tripulantes navegan a gran velocidad en dirección a la Puerta de Aiguilles, por la que deben pasar, o como mínimo tocar, por el norte. Han sacado ya sus forros polares y se apresuran a adentrarse en un largo túnel: el paso desde el oeste al este de los temidos mares del sur.
“Me encuentro perfectamente preparado para afrontarlos. Como las distancias en la flota se han estrechado, espero una navegación particularmente intensa por parte de todos los participantes, pero esto no cambiará las cosas, ya que vamos todos a tope desde la salida”, explica.
La Puerta de Aiguilles ha sido desplazada por parte del Comité de Regatas en un grado de latitud en el norte y 7 grados de longitud en el este con el fin de ajustarse mejor a la realidad de los movimientos de icebergs que salen del mar de Weddel y de proteger a los tripulantes de los hielos en movimiento.