El Mirabaud navega actualmente a través de una de las zonas más inaccesibles del planeta, a aproximadamente 4.000 kilómetros de Sudáfrica y 2.500 de Australia. Las islas más cercanas son los territorios australes franceses, como las islas Kerguelen, a unos 700 kilómetros al sudoeste. No hace falta explicar que no hay casi nadie en los alrededores, algo que no afecta de ninguna manera a la tripulación del Mirabaud.
“El sol brilla con toda su fuerza, tenemos 20 nudos de viento en la buena dirección, el mar está extraordinario y todo va bien a bordo; las condiciones son simplemente paradisíacas”, relata Dominique Wavre. “Hemos tenido una noche movida; apenas se veía la luna y avanzábamos muy rápidamente, así que ha sido complicado, pero estamos encantados de poder constatar esta mañana que hemos aumentado la distancia entre nuestro competidor más próximo, Neutrogena”.
El único ‘pero’ a este cuadro idílico es que el Mirabaud avanza de nuevo en dirección norte con el fin de cruzar la ‘Puerta de Ámsterdam’ en unas horas, donde se encuentra un gran anticiclón. “El viento amainará progresivamente en las próximas horas y vamos a perder un poco de terreno con respecto a los líderes de la regata. Vamos a adentrarnos en una zona de calma total, para dirigirnos a continuación al sur donde el viento nos vendrá por la popa”, detalla Wavre.
Tras haber navegado en condiciones difíciles en estos últimos días, Dominique y Michèle aprovechan las condiciones relativamente clementes de ahora para descansar y llevar a cabo algunas tareas de mantenimiento del barco. “Vamos con las velas izadas a tope y el piloto aguanta bien. Hemos dormido bien y aprovechamos este breve periodo de calma para reparar algunas cosillas, pero el estado del barco en conjunto es bueno”.