El Mirabaud sigue en los astilleros y su patrón se ocupa junto a todo su equipo técnico de la puesta a punto de todos los detalles necesarios con vistas a la gran salida.
“Nos queda aún alrededor de un mes de trabajo en tierra”, explica Dominique. “Más tarde deberemos izar las velas y probar el velero con la figuración para la Vendée Globe, probablemente sobre el 18 de abril”.
El patrón del Mirabaud tiene como objetivo navegar lo máximo posible con una tripulación reducida, con el fin de perfeccionar sus maniobras. “Todas nuestras salidas se destinarán a conseguir objetivos muy precisos, que actualmente estamos definiendo. En general, llevaremos a cabo salidas de una duración de doce horas, es decir una marea. Resumiendo, esto quiere decir cinco horas en un sentido y cinco horas en el otro y cada vez aprovecharemos para probar un máximo número de elementos, según las condiciones meteorológicas y el programa del momento. Es del todo posible que por ejemplo probemos en la misma salida una nueva vela, maniobras específicas, el hidrogenerador y la bomba de cala… La siguiente vez será algo distinto y la lista irá reduciéndose poco a poco, pero nunca llegaremos a cubrirlo todo porque es sencillamente imposible. Lo esencial en estos momentos es definir bien las prioridades y tratarlas como prioridad”.
De momento, el Mirabaud se encuentra en los astilleros y la tripulación continúa con las últimas tareas antes de montar el techo de la bañera del barco, que será colocado en su lugar en unos días. “Es un trabajo de fondo que consiste sobre todo en optimizar, verificar y mejorar. No hay planeado nada radical sino innumerables pequeños detalles que mejorar en todos los aspectos”.