Al igual que el resto de sus competidores, el Mirabaud navega bajo condiciones atípicas y un poco menos veloz de lo previsto. “Navegamos en ceñida, en un mar caótico”, explica Michèle Paret. “El viento es irregular y oscila entre 12 y 25 nudos. No podemos pasarnos la vida cambiando las velas, así que hemos puesto en práctica un reglaje mediano y afinamos sobre todo el trimado de las velas y los ángulos de navegación en función de si la fuerza del viento amaina o aumenta. En cambio la temperatura sigue siendo agradable; tenemos unos 10 grados en el barco, también en el agua. Estamos bien equipados; aún no nos hemos vestido con todas las capas y no pasamos frío”.
Navegando a unos 80 grados con respecto al viento real, el Mirabaud choca contra el agua a menudo y grandes cantidades de agua caen sobre el puente y la bañera del barco con cada ola. “Es bastante físico”, confirma Michèle, que explica: “Los golpes con el mar son muy fuertes y cuando estamos en el puente las fuerzas son enormes. Debemos prestar mucha atención. Durante las maniobras caemos varios grados con el fin de estar más seguros (el caña se acerca al ángulo del viento). Nos aseguramos al barco sistemáticamente si se trata de una maniobra compleja”.
El Mirabaud se encuentra actualmente en sexta posición, a unas 1.300 millas del líder. Hoy es el 34º día de la Barcelona World Race y los patrones han pasado probablemente un tercio del periodo que vivirán en el mar.
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