Primer intento de llamada al Mirabaud:
- Hola Dominique, te llamo para que me des las últimas noticias, ¿Qué tal?
- Bueno, ahí vamos, las condiciones son bastante duras. (Silencio entrecortado con ruidos inquietantes, velas que chocan entre sí…). Llámame más tarde, que ahora la cosa va mal…
Segundo intento, media hora más tarde:
- Hola Dominique, ¿podemos hablar ahora?
- Sí, perdona por lo de antes. Las condiciones son muy difíciles. No hay mucho viento pero la mar está gruesa y desordenada. Cuando has llamado, una ola enorme ha pasado al lado del Mirabaud y nos ha tumbado. He tenido que subir a ayudar a Michèle en el puente.
- ¿Ahora va mejor la situación?
- Sí, ahora está bien, pero sufrimos… No somos dueños de nuestra trayectoria como consecuencia de las puertas de seguridad establecidas por la organización para protegernos de los hielos. De repente estamos a merced de los sistemas meteorológicos. En este momento por ejemplo, tenemos que ir rumbo a la próxima puerta, hay un montón de viento por detrás, y tenemos justo delante un anticiclón.
- ¿No hay alternativas?
- Ninguna. Nos dirigimos al viento débil y navegamos con un ángulo desfavorable. Es muy frustrante. Y los delante tienen una gran depresión encima, así que esto no mejora. Bueno, te dejo que tengo que subir al puente.
- Vale, ¡ánimo!